Cobarde. Nueve días para darte cuenta que la culpa no fue mía, que yo hice lo que pude para intentar sacarte de la oscuridad que te robó el alma. Ahora vienes, rogando perdón, dándome la razón, ¿para qué? Que necesidad tienes de volver a mí, si el futuro que tendríamos se predice más negro que tus ojos. Ni te molestes en volver al pasado, confié en ti, ¿sabes? Y yo no confío en nadie. Te dediqué las más selectas de mis palabras, las más hermosas y tú las quemaste, todas y cada una de ellas. Pero ahora vuelves y no, no caeré, no vales la alegría ni la pena. Y cruelmente tienes lo que te mereces, la soledad. Es lo único que quieres además de a tus demonios, sí hablo de esos que crean el infierno en el que llevas años acomodada y del cual no quieres salir. Ilusa, imbécil, ciega, que no te das cuenta que esto no son más que palabras y tus demonios no son más que metáforas intangibles en tu cabeza. Si quisieras abrir los ojos... pero no quieres, te limitas a la confortable idea de...