Anoche soñé contigo
Desperté entre sofocos y sí, no fue más que otro de los muchos sueños que suelo tener contigo. Querida, me encantas. Tal vez no sea tu belleza exótica de isla paradisíaca, sino tu forma de ser. La forma en que miras desafiante al mundo,
tentando a la suerte, enamorando a tu público. Tan joven y con ojos expertos en el arte de la seducción, me despistan tus jueguecitos de pelo y tus sonrisas certeras cual flecha. Sin mencionar aún tus directas indirectas, tus múltiples tentaciones verbales.
tentando a la suerte, enamorando a tu público. Tan joven y con ojos expertos en el arte de la seducción, me despistan tus jueguecitos de pelo y tus sonrisas certeras cual flecha. Sin mencionar aún tus directas indirectas, tus múltiples tentaciones verbales.
Ay, señorita imposible, ya iba siendo hora de escribir sobre ti. Aunque no pueda hablar de amor, podría escribir cien entradas sobre todas las cosas que desearía hacer contigo. Empezando por quitarte ese bonito pintalabios rojo, resalta esas dos canicas azules que tienes por ojos. Continuaría acariciando tu suave y pálida piel de alabastro, desde el cuello hasta tus pies. Sin olvidarme de tu pelo, ese que conserva con recelo la esencia de tu dulce aroma, suave y venenoso, como tus palabras de fuego. Calor, en el infierno que he decidido vivir no hay temperatura más alta que la de mis pensamientos cuando apareces tú, divina tentación.
A pesar de mi desconocimiento, creo saber cual es la causa de este deseo febril que me atormenta. Y creo firmemente que es la imposibilidad de llegar a tenerte, pequeña y dulce, corazón coraza. Sé que te encantan mis menciones a Benedetti, sobretodo cuando van dirigidas hacia ti. Porque mi estrategia es que un día cualquiera no sé cómo ni sé con qué pretexto por fin me necesites.
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