No lo sabía

Ella no lo sabía.

Desde el momento en que sus labios me rozaron yo sí lo supe.


Iba a ser el mayor desastre que mis ojos jamás debían presenciar, me iba a robar hasta
lo último que tuviese, y no me iba a resistir. Estaba dispuesta a dárselo todo, le vendería mi alma al diablo por darle todo lo que pudiese pedir, pero ella que no creía en cuentos de hadas, desconfiaba. Tardó lo que pareció un siglo en entender que cada parte de mi tenía su nombre marcado a fuego, porque sus manos eran llamas que convertían todo lo que tocaban en cenizas. Y así hizo con todo lo que yo le di, lo hizo tan suyo que desapareció entre las sombras.

Tardé tiempo en darme cuenta, pero al final lo supe: estaba muerta en vida hasta que ella apareció a abrirme los ojos. La vida no es bella, la vida no es un camino de espinas ni un viaje hacia la muerte, es mucho más que eso. La vida es dejarse la piel a cada instante y eso me lo enseñó ella. Me di cuenta de que haberme enamorado de ella se había convertido en el mayor reto de mi vida, enamorarme de una montaña rusa era equivalente a una lucha constante por mantener estable un elemento radioactivo. No iba a ser fácil y yo lo sabía, pero estaba dispuesta a todo porque la amo, joder, no sabéis cuanto la amo. 


Un día le prometí estar con ella por el resto de mi vida, y jamás he roto una promesa. Iba a amarla hasta que mis ojos se cerrasen por última vez, no me importaba el precio a pagar. Para mi no habría peor infierno que un cielo sin ella y eso era suficiente. De hecho, nuestros caracteres no tenían nada en común y nos retábamos continuamente, pero: ¿ sabéis qué? Estaba loca por ella, daría mi vida por ver esa sonrisa cada mañana y sabía que ella también estaba loca por mi. Soy totalmente consciente en que no dudaría en interponerse entre una bala y mi pecho, lo sé, ya ha parado incendios por mi. Joder, estaba loca, pero como no amar la inmensa belleza que guardaba su locura. Se volvió magia a mi lado y a mi siempre me han fascinado los cuentos de hadas.

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