Se paró a pensar y lo entendió
Todo carecía de sentido antes: los poemas, las entradas y la dureza de este invierno. Nada había cambiado respecto al año pasado,
salvo ella. Se había dejado llevar tanto por los sentimientos y las ganas de escribir que había perdido el rumbo. No es necesario escribir siempre sobre alguien ajeno a nosotros; a veces, hasta en la escritura necesitamos un poco de amor propio. Las subidas de visitas en el blog habían conseguido cegar lo que en un principio, solo hacía una o dos veces al mes por hallar paz, se hizo adicta a escribir. Incluso cuando la palabras no querían salir de sus manos se obligaba a sí misma a seguir, "tienes que escribir mejor, tienes que dejar de ser una poeta menor".
salvo ella. Se había dejado llevar tanto por los sentimientos y las ganas de escribir que había perdido el rumbo. No es necesario escribir siempre sobre alguien ajeno a nosotros; a veces, hasta en la escritura necesitamos un poco de amor propio. Las subidas de visitas en el blog habían conseguido cegar lo que en un principio, solo hacía una o dos veces al mes por hallar paz, se hizo adicta a escribir. Incluso cuando la palabras no querían salir de sus manos se obligaba a sí misma a seguir, "tienes que escribir mejor, tienes que dejar de ser una poeta menor".
El peso llegó a ser tan grande, que el vacío que le dejaba cualquier fuente de inspiración solo podía ser llenado por otra musa más puta a la anterior. Suena duro, pero a ella todas sus musas le acababan follando la mente de una forma u otra, por eso, putas. Y este vacío, fue poco a poco corrompiendo su alma, su libertad, su forma de escribir, acabó en el mismísimo infierno de la literatura. Siendo esclava del belcebú más egocéntrico, la prosa. Había dejado incluso a la poesía de lado por rellenar mil y una palabras en prosa, en entradas de mierda en una dirección de ceros y unos dentro de la amplia web. Maldita imbécil, te dejaste llevar otra vez.
Pero ahora, se paró a pensar y lo entendió. Su necesidad de musas una tras otra, sin la valentía de poder escribir sobre cualquier otra cosa, la encerró en sus propias palabras. Y no la dejó salir hasta hoy, cuando por fin, halló la paz sin la escritura.
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