Dímelo tú.

Y de repente lo entendí. Eras mi Margo Roth Spiegelman, mi milagro. Por eso cuando te vi sentí que ya te conocía. Pero que osadía pensar que una persona es más que eso. Parece que fue ayer cuando me fijé en
sus ojos... Cuando me enredé en su pelo y me perdí en los lunares de su rostro. El tiempo es tan relativo, pasa eterno sin tu compañía, pero vuela a tu lado.  Tenías razón, fuiste y eres mi amor imposible. Por suerte o  por desgracia, me enganché a tu esencia y no me quería desintoxicar. 

Me ha costado, aún me cuesta. No tenerte todo el día en mi cabeza. Pero qué hacer sino rendirse cuando las situaciones son imposibles. Soy idiota por quedarme con la ganas y por si fuera poco, ayudarte a estar con otros. Por eso nuevamente, me veo con el alma herida, como en el punto de partida. ¿Quizás había otra opción? Dímelo tú.

Comentarios

Entradas populares de este blog

A mi yo del futuro

La risa que debe ser amada