"Ya le sonríes a la pantalla"
"Ya le sonríes a la pantalla."_ Me dijo.
Yo, imbécilmente, le contesté: "Me estoy metiendo en la boca del lobo, pero no me gusta."
¿Para qué diría yo eso? Ahora cuento los minutos para volver a verla y a la vez me autodestruyo pensando las 101 formas en las cuales podría desaparecer igual que llegó. Necesito un corazón a gritos. Este ya se me rompió tantas veces que no sabe seleccionar correctamente. Todo por haber escrito sobre la chica de tinta. Me cegó su perfección, como si no fuera tan humana y terrenal como el resto de mortales. Sigo sin entender por qué la veía tan idílica frente al resto. Me deslumbraba su imagen. Nunca la imaginé más allá de una pantalla, tan cercana, tan misteriosa y revoltosa. Tan hermosa.

Porque sí, alguien te puede atraer mucho físicamente, pero en cuanto le coges cariño, esa belleza se va multiplicando. De ahí la expresión "el amor es ciego". Son tantas las ganas de saber sobre toda esa esencia etérea que la rodea que no la puedo sacar de mi cabeza. Dándole vueltas a lo que ya sé, intentando comprender todos sus entresijos, adivinando cual será su próximo movimiento al respecto. Quizás es la forma desenfadada de su andar, o su risa estridente, o ese vicio de chica mala que le da un look prepotente.
Tiene algo que embriaga, que droga y necesitas más y más. Nunca te cansas de mirarla, de escucharla. De estar, simplemente, a su lado. No sé que me pasa en su presencia, me siento rara, cohibida, ausente. Abstraída del mundo porque no veo (o no quiero ver) más allá de sus ojos. Tal vez no la quiera, o ni si quiera me guste, pero el interés que despierta en mi, no es normal.

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